Miles de venezolanos enfrentaron una Navidad solitaria, ya sea varados en el extranjero o aislados en casa, debido al cierre del espacio aéreo venezolano declarado por el presidente Trump hacía más de tres semanas. La acción detuvo efectivamente la mayoría de los servicios aéreos internacionales, dejando solo un número limitado de vuelos operados por la propia flota envejecida de Venezuela para servir a la nación de casi 30 millones de habitantes.
La reducción en los vuelos disponibles provocó hacinamiento y un aumento en los precios de los boletos. Muchos venezolanos que viven en el extranjero, algunos de los cuales habían huido del colapso económico del país, se vieron obligados a abandonar sus planes de regresar a casa para las fiestas después de que sus vuelos fueran cancelados. "Ese día, lloré mucho", dijo Vanessa Rojas, una venezolana de 37 años que reside en Argentina. Explicó que había ahorrado durante dos años para comprar boletos para ella y su hija para regresar a Venezuela por Navidad.
La dificultad para viajar a casa para las fiestas ocurrió durante un período de mayor tensión para los venezolanos, tanto dentro del país como en el extranjero. Muchos siguieron de cerca la creciente presión de la administración Trump sobre el líder de Venezuela, Nicolás Maduro, a quien se culpa ampliamente por la crisis económica y humanitaria de la nación.
El cierre del espacio aéreo y las consiguientes interrupciones en los viajes exacerbaron los desafíos existentes que enfrentan los venezolanos, muchos de los cuales dependen del apoyo familiar y las remesas de familiares que viven en el extranjero. La situación destacó la compleja interacción entre la política internacional, las dificultades económicas y las vidas personales, particularmente durante eventos culturales importantes como la Navidad. El impacto a largo plazo del cierre del espacio aéreo en las familias venezolanas y la economía del país está aún por verse.
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