Aviones de guerra tailandeses atacaron un centro de estafas en la ciudad fronteriza camboyana de OSmach el 8 de diciembre de 2025, matando a un guardia de seguridad y hiriendo a otros dos. El ataque fue parte de una disputa fronteriza de décadas entre Tailandia y Camboya. El ejército tailandés afirmó que la operación tenía como objetivo desmantelar la industria de estafas, que ha sido una fuente significativa de ingresos para grupos del crimen organizado en la región.
Según Pheap Sreymean, una camboyana de 20 años que trabajaba en el centro de estafas, los trabajadores extranjeros confinados en el recinto no fueron autorizados a salir cuando cayeron las bombas. Sreymean, quien entregaba comida a los trabajadores, presenció las secuelas del ataque y describió haber visto a un guardia de seguridad muerto en el suelo con fragmentos de metralla en el pecho. Los trabajadores, todos extranjeros, estaban confinados a sus escritorios y dormitorios, y las reglas permanecieron iguales incluso después del ataque.
El ejército tailandés ha sido acusado de apuntar a la industria de estafas, que ha sido vinculada a grupos del crimen organizado y ha sido una fuente de ingresos para ellos. La industria de estafas ha sido un problema significativo en la región, con muchas víctimas que informan pérdidas de miles de dólares. El ejército tailandés ha afirmado que la operación fue un éxito, con varios centros de estafas siendo desmantelados.
La disputa fronteriza entre Tailandia y Camboya ha sido un tema en curso durante décadas, con ambos países reclamando soberanía sobre el territorio en disputa. La disputa ha llevado a varios enfrentamientos y choques entre las fuerzas militares de los dos países. El ataque al centro de estafas es la última escalada del conflicto.
En un comunicado, el ejército tailandés dijo que la operación tenía como objetivo desmantelar la industria de estafas y disruptar el flujo de ingresos a los grupos del crimen organizado. El ejército afirmó que la operación fue un éxito, con varios centros de estafas siendo desmantelados y varios sospechosos siendo arrestados.
El ataque ha generado preocupaciones sobre el impacto en los civiles de la región. Sreymean, quien presenció las secuelas del ataque, dijo que los trabajadores extranjeros no fueron autorizados a salir del recinto, y muchos se quedaron sin acceso a atención médica u otros servicios esenciales. El ataque también ha generado preocupaciones sobre el uso de la fuerza militar para resolver la disputa fronteriza.
El estado actual del conflicto es incierto, con ambos países continuando reclamando soberanía sobre el territorio en disputa. Las Naciones Unidas han llamado a una resolución pacífica del conflicto, y varias organizaciones internacionales han ofrecido mediar en la disputa. La situación permanece volátil, con las fuerzas militares de ambos países en alerta máxima.
En un comunicado, el gobierno camboyano condenó el ataque y llamó a una resolución pacífica del conflicto. El gobierno dijo que el ataque fue una clara violación del derecho internacional y que no toleraría ninguna otra agresión por parte de Tailandia. El comunicado también pidió la liberación de los trabajadores extranjeros que estaban confinados en el recinto durante el ataque.
Las implicaciones del ataque son de gran alcance, con muchos expertos advirtiendo sobre una posible escalada del conflicto. El uso de la fuerza militar para resolver la disputa fronteriza ha generado preocupaciones sobre el impacto en los civiles de la región y el potencial de más violencia. La situación permanece volátil, y no está claro cómo se resolverá el conflicto.
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