Según Femi Owolade, historiador legal e investigador asociado en la Universidad de Sheffield Hallam, es poco probable que los ataques aéreos estadounidenses dirigidos a supuestas posiciones de ISIL (ISIS) en el noroeste de Nigeria mejoren la situación de seguridad del país y podrían exacerbar la crisis existente. Los ataques, que ocurrieron recientemente, fueron presentados por la administración Trump como una medida decisiva contra el terrorismo y un cumplimiento de la promesa del presidente Trump de abordar lo que describió como un genocidio cristiano en Nigeria.
Owolade argumenta que las campañas de bombardeo carecen de lógica estratégica y corren el riesgo de tergiversar las causas subyacentes del conflicto. Sugiere que los ataques distraen de los problemas estructurales más profundos que alimentan la violencia en la región. "Es poco probable que las campañas de bombardeo de esta naturaleza mejoren la seguridad de Nigeria o ayuden a estabilizar el país asolado por el conflicto", declaró Owolade en un artículo publicado el 27 de diciembre de 2025. "Por el contrario, los ataques corren el riesgo de tergiversar el conflicto y distraer de la crisis estructural más profunda que está impulsando la violencia".
Los ataques se producen en medio de un panorama de seguridad complejo en Nigeria, donde varios grupos armados, incluidas facciones vinculadas a ISIL y Boko Haram, operan junto con bandas criminales involucradas en el bandidaje y el secuestro. La región noroeste se ha visto particularmente afectada por la escalada de violencia en los últimos años, lo que ha provocado desplazamientos y preocupaciones humanitarias.
Los críticos de la intervención estadounidense argumentan que un enfoque centrado en lo militar pasa por alto los factores socioeconómicos que contribuyen al conflicto, como la pobreza, la desigualdad y la falta de acceso a la educación y las oportunidades. Sostienen que abordar estas causas fundamentales es crucial para lograr la estabilidad a largo plazo. Además, existe la preocupación de que los ataques aéreos puedan provocar bajas civiles y alienar aún más a las comunidades locales, lo que podría alimentar el resentimiento y el reclutamiento en grupos armados.
El gobierno nigeriano aún no ha emitido una declaración completa sobre los ataques aéreos estadounidenses. Sin embargo, algunos analistas sugieren que el gobierno podría ser reacio a criticar públicamente la intervención, dada su dependencia de la asistencia de seguridad estadounidense. El impacto a largo plazo de los ataques en la situación de seguridad de Nigeria sigue siendo incierto, pero los expertos advierten que se necesita un enfoque más holístico, que abarque las dimensiones políticas, económicas y sociales, para abordar los complejos desafíos del país.
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