La recién graduada, llamémosla Maya, miraba fijamente la pantalla de su portátil, cuyo brillo se reflejaba en sus ojos cansados. Otro correo electrónico de rechazo. Otra solicitud perdida en el abismo digital. Maya, como muchos otros, estaba navegando por el brutal panorama del mercado laboral moderno, un lugar donde el talento a menudo se sentía secundario a la pura suerte. Pero, ¿y si la suerte no fuera tan aleatoria después de todo? ¿Y si la clave para abrir las puertas profesionales no estuviera solo en las cualificaciones, sino en la fuerza de la conexión humana?
Scott Galloway, profesor de marketing en la NYU Stern School of Business y emprendedor experimentado, así lo cree. En una reciente aparición en el podcast Vice News de Shane Smith, Galloway atravesó el ruido de la optimización de currículums y la creación de habilidades para entregar un mensaje crudo, pero en última instancia esperanzador: en el competitivo mercado laboral actual, ser social es primordial. "Google publica una oferta de trabajo, reciben 200 CV en unos ocho minutos", explicó Galloway. "Lo limitan a los 20 más cualificados. El setenta por ciento de las veces, la persona que eligen es alguien que tiene un defensor interno".
La observación de Galloway no es solo anecdótica; está respaldada por datos. Los estudios muestran consistentemente que las referencias de empleados, aunque representan una pequeña fracción del total de solicitudes, representan un porcentaje desproporcionadamente grande de contrataciones exitosas. Este fenómeno habla de una verdad fundamental sobre la naturaleza humana: confiamos en las recomendaciones de personas que conocemos. En un mundo saturado de información y repleto de candidatos cualificados, un respaldo personal puede ser el factor decisivo.
Pero, ¿qué significa "ser social" en un mundo cada vez más mediado por pantallas? No se trata solo de acumular conexiones en LinkedIn o asistir a eventos de networking obligatorios. Se trata de construir relaciones genuinas, fomentar conexiones significativas y cultivar una red de personas que crean en tu potencial. Se trata de presentarse, estar presente y ofrecer valor a los demás.
Consideremos la historia de David, un joven ingeniero de software que luchó por conseguir su primer trabajo a pesar de un expediente académico estelar. Pasó meses enviando solicitudes, retocando su currículum y perfeccionando sus habilidades para la entrevista, todo en vano. Desanimado, decidió cambiar su enfoque. Empezó a asistir a reuniones tecnológicas locales, no con el objetivo explícito de encontrar un trabajo, sino para aprender, conectar con otros ingenieros y contribuir a la comunidad. Ofreció sus habilidades como voluntario a una organización sin ánimo de lucro, construyendo un sitio web para ellos en su tiempo libre. A través de estas actividades, conoció a personas que reconocieron su talento y pasión. Finalmente, una de esas conexiones le llevó a una entrevista y, finalmente, a una oferta de trabajo.
La experiencia de David destaca el poder de la conexión auténtica. No se trata de networking transaccional, sino de construir relaciones genuinas basadas en intereses compartidos y respeto mutuo. Como sugiere Galloway, la forma de lograr el éxito profesional como joven es hacer conexiones en el mundo real primero. Esto requiere un enfoque proactivo, una voluntad de salir de la zona de confort y un interés genuino en los demás.
En una sociedad que a menudo prioriza el logro individual y las métricas cuantificables, el consejo de Galloway sirve como un poderoso recordatorio de la importancia de la conexión humana. Es un llamado a la acción para que los jóvenes inviertan en su capital social, construyan relaciones y cultiven una red de defensores que puedan ayudarles a navegar por las complejidades del mercado laboral moderno. Porque al final, si bien el talento y las cualificaciones son esenciales, a menudo es la fuerza de nuestras conexiones lo que abre las puertas a la oportunidad.
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