Científicos de la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI) descubrieron que los peces de tamaño mediano, como el palometa pomfrét, sirven como un vínculo crucial entre las profundidades oceánicas y las redes alimentarias de la superficie, lo que explica por qué grandes depredadores como los tiburones pasan un tiempo significativo en la zona crepuscular del océano. Los investigadores rastrearon estos peces, que habitan la zona mesopelágica durante el día y ascienden para alimentarse por la noche, utilizando etiquetas satelitales por primera vez, revelando su papel fundamental en el ecosistema marino. El estudio, realizado en diciembre de 2025, destaca cómo estos peces transfieren energía desde las profundidades a la superficie, impactando a toda la cadena alimentaria.

La zona mesopelágica, también conocida como zona crepuscular, abarca profundidades de 200 a 1.000 metros (650 a 3.300 pies) y se caracteriza por la limitada luz solar. Esta investigación arroja luz sobre las complejas interacciones dentro de este ambiente tenuemente iluminado. "Durante mucho tiempo hemos sospechado que los peces de tamaño mediano desempeñan un papel vital en la conexión del océano profundo y la superficie", dijo la Dra. Emily Carter, investigadora principal de WHOI. "Pero rastrear sus movimientos ha sido un desafío importante hasta ahora".

El uso innovador de etiquetas satelitales por parte del equipo les permitió monitorear los movimientos y los patrones de alimentación del palometa pomfrét. Estos peces realizan migraciones verticales diarias, pasando las horas de luz en la relativa seguridad de las profundidades y ascendiendo por la noche para alimentarse de plancton y organismos más pequeños cerca de la superficie. Este comportamiento transporta eficazmente nutrientes y energía desde las profundidades oceánicas a las capas superiores, sustentando a los depredadores más grandes.

El estudio también encontró que los movimientos del palometa pomfrét están influenciados por la claridad del agua. En aguas más claras, los peces tienden a permanecer más profundos para evitar a los depredadores, mientras que en aguas más turbias, pueden aventurarse más cerca de la superficie. Esta adaptabilidad tiene implicaciones significativas para la red alimentaria del océano, ya que los cambios en la claridad del agua debido al cambio climático o la contaminación podrían alterar el comportamiento del palometa pomfrét y, en consecuencia, la distribución de energía en todo el ecosistema.

"Comprender estas intrincadas conexiones es crucial para predecir cómo responderá el océano a los cambios ambientales", agregó la Dra. Carter. "La zona mesopelágica es un componente crítico del ciclo global del carbono y sustenta una vasta variedad de vida marina. Las alteraciones en este ecosistema podrían tener consecuencias de gran alcance".

El equipo de investigación planea expandir su estudio para incluir otras especies de peces de tamaño mediano e investigar cómo están cambiando sus interacciones con el medio ambiente. También tienen como objetivo desarrollar modelos impulsados por IA para predecir los impactos a largo plazo del cambio climático en la zona mesopelágica y sus habitantes. Estos modelos incorporarán datos del rastreo satelital, estudios oceanográficos y estudios ecológicos para proporcionar una comprensión integral de este ecosistema vital.