En 2025, la transición a la tecnología eSIM se volvió inevitable para muchos usuarios de teléfonos inteligentes, pero no sin importantes inconvenientes para algunos. El cambio, impulsado por los fabricantes de dispositivos que buscan maximizar el espacio interno, ha provocado frustración en los consumidores acostumbrados a la flexibilidad de las tarjetas SIM físicas.
El alejamiento de las tarjetas SIM físicas, que han sido un elemento básico de la tecnología móvil desde la década de 1990, cobró impulso a medida que empresas como Google comenzaron a integrar SIM integradas (eSIM) en sus dispositivos, comenzando con la serie Pixel 10. Esta transición obligó a los usuarios, incluidos aquellos que anteriormente habían evitado la tecnología eSIM, a adoptar el nuevo estándar.
"No tuve más remedio que dar el paso cuando llegó el momento de reseñar los nuevos teléfonos de Google", dijo un usuario, expresando su pesar por el cambio. El usuario destacó las limitaciones e inconvenientes asociados con las eSIM en comparación con las tarjetas SIM tradicionales.
Las tarjetas SIM físicas han evolucionado significativamente a lo largo de los años, reduciéndose desde versiones del tamaño de una tarjeta de crédito hasta la nanoSIM moderna, aproximadamente del tamaño de la uña del meñique. A pesar de su pequeño tamaño, los fabricantes optan cada vez más por las eSIM para liberar espacio interno para otros componentes.
El estándar eSIM, introducido en 2016, inicialmente sirvió como una opción secundaria en los teléfonos inteligentes. A diferencia de las tarjetas SIM físicas, las eSIM no son extraíbles y son programables, almacenando la información del suscriptor directamente en el dispositivo. Si bien los defensores promocionan los beneficios de ahorro de espacio y el potencial para una conmutación de operador optimizada, algunos usuarios consideran que la falta de acceso a la tarjeta física es una gran desventaja.
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