El tráfico se movía por el centro de la ciudad de Kyiv durante un apagón el martes, tras los reportados ataques rusos con drones y misiles contra la infraestructura civil el día anterior. Los ataques se produjeron en medio de crecientes tensiones, con Rusia alegando un ataque contra la residencia del presidente Vladimir Putin en Novgorod el domingo.
El asesor de política exterior del Kremlin, Yury Ushakov, declaró que el presunto ataque contra la residencia de Putin tuvo lugar "prácticamente inmediatamente" después de las conversaciones entre el presidente de EE. UU., Donald Trump, y el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, en Florida. Ushakov, en declaraciones recogidas por los medios rusos, dijo que el ataque "no quedará sin respuesta" tras una llamada entre Trump y Putin. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Lavrov, afirmó que los sistemas de defensa aérea rusos interceptaron 91 drones de ataque de largo alcance utilizados en el presunto ataque, y añadió que no se registraron heridos.
Zelenskyy negó las afirmaciones rusas, acusando a Rusia de intentar hacer descarrilar las conversaciones de paz en curso. Trump, sin embargo, expresó su disgusto, diciendo a los periodistas: "Estaba muy enfadado por ello".
El presunto ataque y las acusaciones posteriores ponen de relieve la frágil situación de las negociaciones entre Rusia y Ucrania. El uso de la IA en la guerra moderna, específicamente en la tecnología de drones, sigue suscitando preocupaciones éticas y estratégicas. La capacidad de los drones impulsados por la IA para llevar a cabo ataques de largo alcance y potencialmente atacar infraestructuras críticas presenta un desafío significativo para los sistemas de defensa tradicionales. Además, la difusión de información errónea y desinformación, potencialmente amplificada por bots impulsados por la IA y deepfakes, complica el ya complejo panorama geopolítico, dificultando la determinación de la verdad y obstaculizando los esfuerzos diplomáticos.
La dependencia de la IA en las operaciones militares también plantea interrogantes sobre la rendición de cuentas y el potencial de consecuencias no deseadas. A medida que los sistemas de IA se vuelven más autónomos, el riesgo de errores y cálculos erróneos aumenta, lo que podría provocar escaladas y víctimas civiles. La comunidad internacional está lidiando con la necesidad de regulaciones y directrices éticas para regir el desarrollo y el despliegue de la IA en la guerra, con el objetivo de mitigar estos riesgos y garantizar la supervisión humana.
El estado actual de las conversaciones de paz sigue siendo incierto. Ambas partes han expresado su voluntad de negociar, pero los recientes acontecimientos han tensado aún más las relaciones. La comunidad internacional sigue instando a la desescalada y a una resolución pacífica del conflicto. Se esperan nuevos acontecimientos tras las consultas diplomáticas entre las principales partes interesadas.
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