Estados Unidos se enfrenta a una dura realidad: sobrevivir a los desastres depende cada vez más de la riqueza. Un claro ejemplo surgió en Los Ángeles tras los devastadores incendios forestales de enero de 2025. Los asistentes a la entrega de los Premios de la Academia recibieron una suscripción de un año a Bright Harbor, un servicio de recuperación de desastres de guante blanco. Esto pone de relieve una tendencia creciente en la que las personas adineradas pueden acceder a recursos que no están disponibles para la mayoría.
Bright Harbor ofrece un apoyo integral, que permite sortear las complejidades de la recuperación posterior a un desastre. Esto incluye tratar con FEMA y gestionar la logística. El servicio ganó popularidad tras los incendios forestales de enero, que expusieron las disparidades en los esfuerzos de recuperación.
El impacto inmediato es una brecha cada vez mayor en la resiliencia ante los desastres. Las personas adineradas pueden reconstruir más rápido y con mayor eficacia. Esto deja a las comunidades vulnerables aún más rezagadas.
El cambio climático alimenta desastres más frecuentes e intensos. Esto exacerba las desigualdades existentes. El acceso a los recursos se convierte en un factor crítico para la supervivencia y la recuperación.
Se espera que esta tendencia continúe. Los expertos advierten de un futuro en el que la recuperación de los desastres sea un lujo. Para abordar esta situación se requieren cambios sistémicos y una asignación equitativa de los recursos.
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