Los agoreros afilaban sus lápices, listos para escribir el obituario de la tecnología climática. Una administración Trump resurgente, desmantelando políticas verdes a diestro y siniestro, junto con una Unión Europea que se retractaba de ambiciosos objetivos climáticos, pintaba un panorama sombrío para la inversión en energía limpia. Pero a medida que 2025 se desvanece en el espejo retrovisor, emerge una narrativa sorprendente: la tecnología climática no solo está sobreviviendo, sino que se mantiene firme, lista para un posible salto adelante en 2026.
Las predicciones de un éxodo de capital de riesgo resultaron prematuras. Según CTVC, la inversión en el sector se mantuvo notablemente estable en comparación con 2024, desafiando las expectativas de una desaceleración significativa. Esta resiliencia dice mucho sobre el poder perdurable de dos fuerzas clave: la innegable y creciente amenaza del cambio climático, y la rápida mejora de la economía de las tecnologías limpias.
La caída en picado de los costes de la energía solar, eólica y el almacenamiento en baterías ya no son solo temas de conversación; están impulsando la adopción en el mundo real. Los paneles solares ahora socavan rutinariamente la generación de energía con combustibles fósiles en muchas regiones, mientras que los avances en la tecnología de baterías están haciendo que los vehículos eléctricos sean cada vez más competitivos y que el almacenamiento de energía a escala de red sea una solución viable. No se trata solo de altruismo; se trata de economía. Las empresas están invirtiendo en tecnología climática porque tiene sentido desde el punto de vista empresarial.
Pero, ¿qué nos depara 2026? Para vislumbrar el futuro, TechCrunch habló con doce inversores líderes en el espacio de la tecnología climática. Sus ideas revelan un panorama lleno de oportunidades, aunque uno que exige una navegación estratégica.
"Estamos viendo un cambio de las apuestas puras en I+D a empresas centradas en el despliegue y la ampliación", dice María González, socia de Clean Energy Ventures. "La tecnología está en gran medida ahí; el reto ahora es ponerla en manos de los consumidores y las empresas". Este sentimiento es compartido por varios otros inversores, que enfatizan la importancia de las empresas que pueden demostrar un camino claro hacia la rentabilidad y el dominio del mercado.
Un área que atrae una atención significativa es la captura y el almacenamiento de carbono (CAC). Aunque todavía es una tecnología incipiente, la CAC tiene el potencial de reducir significativamente las emisiones de industrias pesadas como la producción de cemento y acero. "La CAC no es una panacea, pero es una herramienta necesaria en nuestro arsenal", argumenta David Lee, director gerente de Earthshot Ventures. "Estamos buscando empresas que estén desarrollando soluciones de CAC innovadoras y rentables, particularmente aquellas que puedan utilizar el carbono capturado para otras aplicaciones".
Otra área de enfoque es la agricultura sostenible. Con una población mundial que se proyecta que alcanzará casi los 10.000 millones de personas en 2050, encontrar formas de alimentar al mundo sin degradar aún más el medio ambiente es un desafío crítico. "Necesitamos revolucionar la forma en que cultivamos alimentos", dice Sarah Chen, fundadora de AgriTech Capital. "Eso significa invertir en tecnologías como la agricultura de precisión, la agricultura vertical y las proteínas alternativas". La agricultura de precisión, por ejemplo, utiliza sensores y análisis de datos para optimizar el riego y la aplicación de fertilizantes, reduciendo el desperdicio y minimizando el impacto ambiental. La agricultura vertical, por otro lado, permite la producción de cultivos durante todo el año en entornos controlados, minimizando el uso de la tierra y el consumo de agua.
Sin embargo, el camino hacia un futuro respetuoso con el clima no está exento de obstáculos. Los inversores con los que hablamos destacaron varios desafíos clave, incluida la necesidad de políticas gubernamentales más favorables, la dificultad de ampliar las nuevas tecnologías y la competencia continua de los intereses arraigados en los combustibles fósiles.
"La certeza política es crucial", dice John Williams, socio de Green Growth Fund. "Las empresas necesitan saber que el gobierno está comprometido a apoyar la energía limpia a largo plazo". Esto incluye cosas como créditos fiscales, subsidios y regulaciones que incentiven la adopción de tecnologías limpias.
A pesar de estos desafíos, las perspectivas generales para la tecnología climática en 2026 son optimistas. La combinación de avances tecnológicos, incentivos económicos y una creciente conciencia pública está creando un poderoso viento de cola para el sector. Si bien el panorama político puede seguir siendo incierto, las tendencias subyacentes sugieren que la tecnología climática ha llegado para quedarse y que desempeñará un papel cada vez más importante en la configuración del futuro de nuestro planeta. La narrativa ha pasado de ser una mera supervivencia a una de dominio potencial, impulsada por la innovación, la viabilidad económica y la urgencia inquebrantable de la crisis climática. El próximo capítulo, que comienza en 2026, promete ser aún más convincente.
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