Israel está intensificando la confiscación de tierras palestinas en la Cisjordania ocupada, llevando a cabo lo que se describe como la mayor apropiación de tierras desde que se firmaron los Acuerdos de Oslo hace más de tres décadas. El gobierno israelí, bajo su actual liderazgo de derecha, ha acelerado la incautación de territorios palestinos para construir nuevos asentamientos, una práctica considerada ilegal según el derecho internacional. Esta expansión se produce junto con un aumento en la frecuencia e intensidad de los ataques de colonos israelíes contra palestinos.
La construcción de estos asentamientos y los proyectos de infraestructura asociados, como carreteras y barreras de seguridad, fragmentan los territorios palestinos y restringen la circulación de los palestinos. Xavier Abu Eid, analista político y ex asesor del equipo de negociación de la OLP, declaró que estas acciones socavan la posibilidad de un Estado palestino contiguo y viable. "Para muchos palestinos, esto significa que todas las esperanzas de paz se desvanecen y, con ellas, las perspectivas de un Estado independiente", afirmó.
La comunidad internacional considera en gran medida que estos asentamientos son una violación del derecho internacional, específicamente el Cuarto Convenio de Ginebra, que prohíbe a una potencia ocupante transferir a su población al territorio ocupado. La Resolución 2334, aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU en 2016, reafirmó que el establecimiento de asentamientos en el territorio palestino ocupado desde 1967, incluida Jerusalén Oriental, no tiene validez legal y constituye una violación flagrante del derecho internacional.
Daniel Levy, presidente del USMiddle East Project y ex negociador israelí, destacó el impacto de estas políticas en las perspectivas de una solución de dos Estados. Argumentó que la continua expansión de los asentamientos hace que sea cada vez más difícil establecer un Estado palestino junto a Israel, una solución defendida durante mucho tiempo por muchos actores internacionales.
Los Acuerdos de Oslo, firmados en la década de 1990, tenían como objetivo allanar el camino para una resolución pacífica del conflicto israelí-palestino a través de una solución de dos Estados. Sin embargo, la continua expansión de los asentamientos ha sido un obstáculo importante para lograr este objetivo. Las políticas del actual gobierno israelí han tensado aún más las relaciones con la Autoridad Palestina y han suscitado preocupación entre los observadores internacionales sobre la viabilidad a largo plazo del proceso de paz.
Las implicaciones de las políticas de Israel se extienden más allá del impacto inmediato en los palestinos. La expansión de los asentamientos y la violencia asociada contribuyen a la inestabilidad regional y alimentan las tensiones entre israelíes y palestinos. La comunidad internacional sigue pidiendo que se detenga la construcción de asentamientos y que se renueven los esfuerzos para lograr una paz justa y duradera basada en el derecho internacional y las resoluciones pertinentes de la ONU. El futuro del proceso de paz sigue siendo incierto a medida que continúa la actividad de los asentamientos y persisten las tensiones en la región.
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