Mariela Gomez, una migrante venezolana, pasó la Navidad en el norte de Venezuela, un marcado contraste con las fiestas que imaginaba un año antes mientras vivía en los Estados Unidos. Gomez, junto con su pareja Abraham Castro, regresó a Venezuela después de que el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero pusiera fin a sus aspiraciones estadounidenses.
La pareja celebró la Navidad con los padres de Castro en Maracay, Venezuela, compartiendo una cena modesta de un plato parecido a la lasaña, una desviación del plato tradicional navideño venezolano, las hallacas. "Tuvimos una cena modesta, no exactamente lo que esperábamos, pero al menos teníamos comida en la mesa", dijo Gomez. El alto costo de los ingredientes para las hallacas, junto con su desempleo, hizo que la comida tradicional fuera inasequible.
Gomez y Castro se encuentran entre los miles de migrantes venezolanos que han regresado a su país de origen enfrentando importantes desafíos económicos. El desempleo y la pobreza son los principales obstáculos para los migrantes que regresan, lo que afecta su capacidad para reintegrarse a la sociedad venezolana. La situación económica en Venezuela sigue siendo precaria, con oportunidades de empleo limitadas y alta inflación.
El regreso de migrantes venezolanos de los Estados Unidos ha ejercido una presión adicional sobre la ya de por sí difícil economía del país. Las remesas, que alguna vez proporcionaron un salvavidas vital para muchas familias venezolanas, han disminuido a medida que más migrantes regresan a casa sin ingresos estables. El gobierno venezolano ha ofrecido un apoyo limitado a los migrantes que regresan, lo que obliga a muchos a depender de las redes familiares y comunitarias para obtener ayuda.
El futuro sigue siendo incierto para Gomez, Castro y otros migrantes venezolanos que regresan. El clima político y económico en Venezuela jugará un papel crucial en su capacidad para reconstruir sus vidas y lograr la estabilidad económica.
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