Una coalición liderada por Arabia Saudí en Yemen declaró el sábado que intervendría para defender al gobierno reconocido internacionalmente si los separatistas no se retiraban pacíficamente de los territorios recientemente tomados. El general de división Turki al-Malki, un alto oficial militar saudí y portavoz de la coalición que apoya al gobierno yemení, pidió la desescalada y la devolución del territorio, añadiendo que cualquier acción militar contra estos esfuerzos se enfrentaría con una acción inmediata y directa, según los medios estatales saudíes.
El grupo separatista, el Consejo de Transición del Sur (CTS), había utilizado la fuerza militar a principios de este mes para tomar partes de la provincia de Hadramaut, rica en petróleo, en el sur de Yemen, y de la provincia de al-Mahra, en el este. Estas acciones complicaron aún más el ya multifacético conflicto en Yemen, una nación estratégicamente situada en la Península Arábiga, que limita con Arabia Saudí y Omán, y que domina rutas marítimas clave como el estrecho de Bab-el-Mandeb.
El CTS, establecido en 2017, ha recibido apoyo financiero y militar de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), un aliado saudí dentro de la coalición. Este apoyo pone de relieve la compleja dinámica dentro de la alianza anti-hutí, donde a menudo se cruzan diferentes agendas y juegos de poder regionales. El apoyo de los EAU al CTS se deriva de una oposición compartida a los grupos islamistas y del deseo de asegurar sus intereses en el sur de Yemen, una región con una historia de movimientos separatistas.
El viernes, Amr al-Bidh, un alto funcionario del CTS, informó de que dos ataques aéreos saudíes habían tenido como objetivo a las fuerzas afiliadas al CTS en Hadramaut. Al-Bidh informó de que no hubo víctimas. Arabia Saudí no reconoció públicamente haber llevado a cabo ningún ataque ni respondió a la acusación.
Yemen está inmerso en una guerra civil desde 2014, cuando el movimiento hutí, un grupo musulmán chií zaidí, tomó el control de la capital, Saná, y de gran parte del norte de Yemen. El conflicto se intensificó en 2015, cuando la coalición liderada por Arabia Saudí intervino en apoyo del gobierno reconocido internacionalmente del presidente Abdrabbuh Mansur Hadi. La guerra ha creado una de las peores crisis humanitarias del mundo, con millones de personas enfrentándose a la hambruna y las enfermedades. Organizaciones internacionales, incluidas las Naciones Unidas, han pedido repetidamente un alto el fuego y una solución negociada al conflicto. La participación de potencias regionales como Arabia Saudí y los EAU ha alimentado aún más el conflicto, convirtiéndolo en una guerra de poder con consecuencias devastadoras para el pueblo yemení. La actual declaración saudí subraya la fragilidad de la situación y el potencial de una mayor escalada si el CTS no cumple con la exigencia de retirarse. La comunidad internacional está observando de cerca los acontecimientos, temiendo que la reanudación de los combates pueda socavar los esfuerzos de paz en curso y desestabilizar aún más la región.
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